Redacción. Madrid
Tener la fracción de eyección por debajo del 35 por ciento se ha asociado a un riesgo 30 veces mayor de sufrir una muerte súbita en pacientes con cardiopatías congénitas operados en la infancia, según las conclusiones del artículo ‘Incidence and predictors of sudden cardiac arrest in adults with congenital heart defects repaired before adult life’ publicado en American Journal of Cardiology. Los firmantes del artículo son los Dres. Pastora Gallego, Ana Elvira González, Ángel Sánchez-Recalde, Rafael Peinado, Luz Polo, Carmen Gómez-Rubín, José Luis López-Sendón y José María Oliver, todos del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
José Luis López-Sendón es el jefe de Cardiología de La Paz.
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En este trabajo se recoge un estudio realizado gracias a la base de datos que La Paz impulsó en 1989. En total, incluyó a 936 pacientes adultos con cardiopatías congénitas que fueron operados de ellas en la infancia. Según este mismo trabajo, el riesgo de muerte en estos pacientes, que fueron seguidos durante un promedio de 7-9 años (algunos de ellos más de 20), fue del 5 por ciento, y la incidencia de muerte súbita, de aproximadamente 6 fallecimientos por cada 1.000 pacientes y año.
Como ha informado la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la muerte súbita es la forma más frecuente de fallecimiento en adultos con cardiopatías congénitas operados en la infancia, aunque su incidencia es baja. El riesgo de morir de estos pacientes es de entre 25 y 100 veces mayor respecto a la población general, según han demostrado diferentes estudios. Para evitarlo, algunos pacientes con cardiopatías congénitas y con una fracción de eyección muy disminuida podrían beneficiarse de llevar un desfibrilador automático implantable (DAI), según ha explicado el Dr. José María Oliver, vocal de la Sección de Cardiopatías Congénitas de la SEC y jefe de la Unidad de Cardiología Congénita del Adulto del Hospital La Paz: “Los DAI captan y analizan las arritmias graves y proceden a realizar una descarga para tratarlas y evitar la muerte súbita. El problema actual es que esta es una intervención que tiene sus contrapartidas psicológicas o mecánicas, sobre todo en una persona joven. Aunque no es muy frecuente, puede realizar descargas inapropiadas que hagan la vida imposible a estas personas. Por esta razón, hay que seleccionar muy bien a los pacientes y definir con mucha precisión los grupos de riesgo en los cuales los beneficios de colocar estos dispositivos vayan a ser claramente superiores a los perjuicios”.
Registros de pacientes adultos con cardiopatías congénitas
José María Oliver,
uno de los autores
del artículo.
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Actualmente, un uno por ciento de los niños nace con una cardiopatía congénita, según datos de la SEC. Entre el 85 y el 90 por ciento de estos recién nacidos llega a la edad adulta (más de 18 años), mientras que hace 50 años solo llegaba el 20 por ciento. Todavía se desconoce cuál va a ser su esperanza de vida máxima, ya que la cirugía cardiaca para reparar defectos congénitos que se realizaba en los años 60-70 era muy precaria comparada con la que comenzó a realizarse a partir de los años 90, por lo que la esperanza de vida de estos pacientes puede ir en aumento.
El Dr. Oliver Ruiz ha mencionado un estudio, según el cual la edad media de muerte de los pacientes que nacían con una cardiopatía congénita grave en un país como Canadá era de entre 2 y 3 años a finales de 1980, mientras que en 2005-2006 es de 45 años. “Esto significa que solo en 20 años, la edad media de la muerte de estas personas ha pasado de los 2 años a los 45, y todavía los hay que viven más. Por tanto, en la actualidad tenemos una nueva población cardiovascular adulta, con problemas nuevos generados por las secuelas de intervenciones que se realizaron en la infancia, con un riesgo cardiovascular aumentado, que necesita revisiones y que ha creado su propia actividad terapéutica. Así, al abrir el corazón para eliminar la obstrucción de la circulación derecha, a la derecha o a la izquierda, se genera una insuficiencia de la válvula pulmonar, que antes no existía”, ha señalado.
En España se calcula que puede haber alrededor de 120.000 personas que nacieron con cardiopatías congénitas y que, a pesar de llevar una vida normal, deberían buscar el asesoramiento de un especialista en Cardiología. “En un país de las dimensiones de España no es factible realizar un registro poblacional que incluya todos estos casos, a fin de seguirlos. En Holanda, un país pequeño, de 10 millones de habitantes y un alto nivel cultural sí que se ha logrado hacer un registro, a través de una campaña dirigida directamente a la población. Aquí deben ser los propios pacientes quienes busquen este asesoramiento y averigüen si tienen una disfunción del ventrículo izquierdo, lo que es sencillo de ver con un ecocardiograma”, ha explicado el Dr. Oliver Ruiz.
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